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El evangelio según Jorge Borja

    Jugando a que la (i)reverencia a la que inspira un Santo puede ser el baile, Jorge Borja pone en escena un set de pequeñas páginas de su biblia postapocalíptica que compilan una mitología digna de nuestros tiempos. Para tiempos de deshechos, de likes, reels y reguetón, Santos de la fiesta, de las chácharas y los chuchulucos. La serie de viñetas multimedia ofrecidas en esta exposición cuentan, alojadas entre diversos locales del mero centro de Tlalpan, una parte de la historia de San Carafoca, cabeza de la iglesia borjiana. Primero, se presentan un total de 5 dípticos, 4 en el café Aurora y 1 en el restaurante Xic, compuestos a partir de elementos como transfers de letras e imágenes sacadas de portadas de discos y pósters, recortes de periódicos o papel picado. La serie no sigue un orden fijo ni cuenta una historia literal. Propone casi un sampleo visual, collage de retazos. Representa el universo audiovisual, que suena más allá de la literalidad, en el que nos adentramos en esta exposición. En Nuevo Tlatoani, que habita también el Xic, podemos ver la consagración del Santo, rodeado de una parafernalia de objetos recuperados para acompañarlo en su beatitud (santo del mambo y el neón), acompañado también de una figura prehispánica que representa la presencia del juego con lo sagrado más allá de las épocas. Se compone de una fusión de elementos tradicionales y tropicales para recordar la mística del disfrute. Justo debajo de la alabanza al mezcal en la barra Alipus habita Teocintle. Como el mezcal, el tasajo y la tlayuda, te confronta con lo sagrado. El nicho contiene el encapsulamiento del Santo, situado ya arriba de su pedestal rodeado de mazorcas, con un fondo de hojas de maíz, oda a la milpa y el nixtamal, y una foca de compañía a sus pies, apuntando hacia una bola disco que refracta hacia todos lados. Al final, en una columna en Aurora, nos encontramos con Ascensión. Su ramillete señala al surgimiento del Santo como ícono, con todo y rezo, desplegado varias veces en pétalos de escapularios, enmarcado delante de un fondo rojo. Es el final del ciclo gráfico del santo patrón del mambo, que nos regresa permanentemente a la historia contada a través de la exposición. La obra está conformada en su totalidad por pedacitos de la vida urbana, recopilados, archivados y producidos por el artista. Sus piezas habitan el limbo: bailan entre lo sagrado y lo profano cuando sus Santos son los de la fiesta y sus textos son letras absurdas; traen al prístino mundo del arte el desfogue místico de la fiesta cuando importan lo mismo lo barroco y la sabrosura, la composición que la explosión de los elementos; recuperan y traen a la luz aquello que estuvo siempre condenado a la oscuridad de la vida nocturna, olvidando el nombre propio y reventando la presencia de lo apócrifo. Como artista gráfico, plástico y sonoro, Borja, o Mamba, la sacerdotisa del Voodoo (el nombre que adopta como clérigo de su procesión inventada), es un pepenador, en el mejor de los sentidos, que luego recicla lo pepenado. Su obra pone frente nuestro un mundo donde el único mandato es el de la transgresión de los límites. Esta exposición, colocada en los locales de algunas de las mejores propuestas gastronómicas del centro de Tlalpan, hace visible lo que de verdad vale la pena: gozar la sabrosura.

Emilio Araujo

"ASENCIÓN Escapularios, la comunión de nuestro señor Carafoca"

Bordado textil

38.5 x 26.5 cm

2024

$15,000.00

"Nuevo Tlatoani: La llegada de nuestro señor Carafoca”

Instalación

80 x 50 cm

2024

$35,000.00

"Teozintles Domesticación de nuestro señor Carafoca"

Instalación

53.3 x 36 x 35 cm

2024

$35,000.00

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